En el país de Justin Bieber

Lo que hace Justin Bieber al parecer todo el mundo lo observa. Sus palabras y comportamiento calan como si fuera un dogma a seguir. Es prácticamente el rey de las redes sociales -donde nació en el 2008- y domina su público fuera y dentro del escenario. En Venezuela, a pesar de vivir con el fantasma de Bieber en algunas partes, tenemos nuestro propio artista: Hugo Chávez. Antes de las elecciones presidenciales todos creían que estaba acabado, que su popularidad había disminuido y le causaría la derrota, que su enfermedad le crearía un fenómeno de lástima que no le permitiría alcanzar los votos deseados. Pero nada se cumplió. Todo fue contra todo pronóstico meteorológicamente político estudiado. Más aun, el mismo reporte se sigue dando para las elecciones de diciembre, y en realidad, no estamos seguros que ocurrirá.
 
Lo he dicho antes, no soy chavista y nunca lo seré, pero el Presidente sigue siendo el showman del acontecer venezolano. Luego de las elecciones presidenciales desapareció y hasta hace poco informó que iría a Cuba para continuar con su tratamiento contra el cáncer. Siempre él marca la pauta. Quien quiera figurar de la oposición lo tendrá que hacer para responder a las declaraciones de Chávez, no antes. Es la verdad. Al parecer no hay cabida para resaltar o tampoco hay comentarios, anifestaciones o denuncias que sean más importantes que las palabras de un Presidente que lamentablemente actúa más astutamente y menos visceralmente que la oposición. Como dicen popularmente: "cuando nosotros vamos, él ha ido y venido dos veces".
 
Si hablamos de un pasado muy reciente podemos analizar cómo las palabras de Chávez  expresadas a través de un tweet son esperadas, ansiadas positiva o negativamente, y difundidas por adeptos y contrarios. En cambio, ¿dónde se da ese fenómeno en un líder de la oposición? Todos recibimos a diario chismes, cadenas, fotografías en contra del gobierno actual, pero no caemos en cuenta que más allá de contribuir a mermar este régimen, lo que estamos haciendo es fortalecerlo. A veces pienso que
las palabras en muchos artículos ya se agotaron para escribir contra el gobierno, no porque éste no se siga haciendo las cosas mal, sino porque siempre es lo mismo y no hay nada concluyente. Tomémonos un segundo. Pensemos, si por lo menos un 20% de los articulistas de los periódicos nacionales y regionales comenzamos a escribir sobre otras cosas que ayuden al desarrollo de Venezuela, cosas que pueden ser ideas, consejos, acciones positivas, logros, héroes diarios entre otras, tal vez el panorama comience a cambiar.
 
No dejemos que la contaminación sónica y visual que actualmente nos rodea, domine y convierta en personas sin esperanza. El odio no ayuda a nadie. Siempre debemos sumar.

Artículo publicado en el diario El Universal (Venezuela) sábado 1 de diciembre de 2012.

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